El poder político, católico o no, ni puede obligar a abrazar la fe religiosa que no gusta, ni puede impedir abrazar y profesar una fe que gusta” SS. Juan Pablo I

Jesucristo, Rey y Señor del Universo

Este domingo en la celebración de la Eucaristía, estaremos conmemorando el fin del tiempo ordinario, y el comienzo del adviento con la solemnidad de Cristo Rey. La lectura del evangelio nos presenta un “Rey” muy particular, hasta cierto punto confuso. Lucas describe la agonía de Jesús en la cruz. Nadie valora el gesto que ha realizado, su amor a los pobres, a los miserables. A lo lejos las autoridades y el pueblo se burlan de él, “A otros salvó, entonces que se salve a si mismo”. Los soldados le hacen maldades mientras le dicen “Si tu eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo”. Hasta uno de sus compañeros de infortunio en la cruz, le dice, “No eres el mesías, sálvate a ti mismo”.

¿Qué Rey puede ser este que no puede salvarse a si mismo? ¿Como entonces pretendía salvar el pueblo de la opresión de Roma, si no podía salir el mismo de cuatro soldados? Si Dios estaba de su parte, ¿Por qué no intervenía para liberarlo?

Jesús, el Rey, reina no desde un trono imperial, sino desde la cruz de los rebeldes. Es decir, Jesús es el anti-rey según el modelo del sistema opresor, no quiere dominar a los demás, sino al contrario convocar, unificar, suscitar el poder de la comunidad de manera que cada uno asuma responsablemente su tarea liberadora.

El modelo del reinado del mundo, no cabía en la mentalidad de Jesús, el podía haber escapado de la cruz, pero ¿Qué sería de nosotros, si el enviado de Dios buscara su propia salvación escapando de la cruz que lo une a los crucificados de la historia? Creo que la muestra mas grande del Amor de Jesús, fue el permanecer allí, como quien dijera “Estoy junto con ustedes en su dolor también”.

Hoy todavía hay personas que se burlan de Jesús, y entienden que el reinado debe ser otro, hasta en nuestra Iglesia Católica, reproducimos los modelos del reinado del mundo, y no los del Dios de Jesús. El modelo que Él nos quiere mostrar nos llama a la conversión, a no entrar en contubernio con los poderes del sistema, ya sea por obras o por omisión. Hagamos como el buen compañero de Jesús en la cruz, pidámosle a Jesús que se acuerde de nosotros, y tengamos presente que Jesús es el alfa y la omega de los tiempos. Es quien nos libera de toda forma de opresión o sumisión y quien nos devuelve la filiación divina oscurecida por nuestros pecados. Aleluya al Señor y Rey de la Historia.

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