El poder político, católico o no, ni puede obligar a abrazar la fe religiosa que no gusta, ni puede impedir abrazar y profesar una fe que gusta” SS. Juan Pablo I

Que Esperamos de las Nuevas Autoridades

Las autoridades que hoy en el 147 aniversario de La Restauración asumen en diversos cargos municipales y congresionales, son producto de uno de los certámenes electorales mas cuestionados de la historial electoral dominicana. El pueblo dominicano, según datos de la OEA, mostró con el 60% de abstención su apatía y falta de interés en las propuestas vacías muchas, y carentes de sentido social otras que hicieren los candidatos de los distintos partidos.  La propia situación social que se vive en el país  nos muestra el escenario sobre el que se produce buena parte del desencanto, la incapacidad que tiene el sistema político actual de dar respuestas a los fuertes niveles de demandas sociales con eficacia.

La corrupción,  otro fenómeno presente en el escenario, nos mostró como con dinero era posible comprar conciencias, alcaldías y posiciones en el congreso. El acceso a espacios políticos de poder generó, en muchas plazas, condiciones para el enriquecimiento ilícito o el tráfico de influencias, que se vieron reflejados en la recién coyuntura electoral que tuvimos los dominicanos.

Por otro lado muchas de las autoridades que salieron del poder en el día de hoy y otras que fueron reelectas, tratan al pueblo como súbditos, cuales monarcas medievales a los que no se les puede cuestionar, o intentar hacer entrar en razón. No entienden que fueron elegidos para servir a la colectividad y que sus caprichos personales deben estar alejados del manejo del puesto público que ocupan.

Nuestras autoridades deben saber que esperamos de ellos prudencia en el manejo de los dineros del pueblo, en primer lugar. En segundo lugar deseamos autoridades que velen por el bien común, que “metan la pata, pues errar es de humanos, pero que no metan la mano”. Que entiendan que si este sistema de cosas se autodestruye, todos seremos afectados, todos, ricos, pobres, de un partido o de otro. Queremos tener representantes que piensen en sumar, no en restar basados en prejuicios racistas, de género, económicos o religiosos.

Políticos que dejen de practicar el asistencialismo y que se decidan a caminar junto al pueblo, codo con codo en la construcción de una sociedad donde exista más equidad, más justicia y mas fraternidad. Autoridades que hagan crecer dentro de nuestra sociedad, el germen de la solidaridad y de la tolerancia, sencillamente, hombres y mujeres que nos ayuden a alcanzar los objetivos que les han sido negados a la inmensa mayoría del país.

Es preciso entonces, que ante estas nuevas autoridades, los ciudadanos todos nos movilicemos. No podemos dejar los asuntos públicos en manos sólo de unos cuantos, de unos grupos, de unos partidos. La política es una tarea imprescindible, una tarea que puede ser hecha (y algunos hacen) con mucha dignidad, aunque haya políticos que se aprovechen de su posición y de la confianza que el pueblo ha depositado en ellos. En cualquier caso, nadie puede desentenderse de su responsabilidad política. La elección de unos representantes no nos ahorra la labor política que debemos seguir haciendo.

Debemos vigilar que las promesas sean cumplidas. Más aún, debemos proponer alternativas para la solución de los problemas comunes de nuestra sociedad. Si nuestras autoridades son sensibles al clamor de todos, entonces habremos ganado un paso importante en el trayecto hacia una sociedad mas justa. Esperamos que así sea.

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